La exposición permanente “La moneda, algo más que el dinero” presente en El Museo Arqueológico Nacional (MAN) permite realizar un viaje a través de la historia del dinero. Para aquellos a los que les resulte una visita poco atractiva o un tema que ya dio en clase de historia o geografía… no les negaré que es probablemente el último plan que se me ocurriría proponer.
Sin embargo, para aquellos que tengan hijos, o a los que les cueste salir de casa para no pasar frío, o se hayan quedado sin sitio en la terraza de turno, es francamente una opción mucho mejor que ir al Rastro un domingo, será porque no soy mucho de rastros y mercadillos, pero no quedarán decepcionados.
Les planteo dos alternativas. Una ir a ciegas y disfrutar de redescubrir o recordar aquellas espesas clases de EGB en las que nos hablaban de las diferentes monedas que se utilizaban en la antigua Roma (no todas lo fueron). Si se va acompañado siempre se puede hacer gala de ser un profundo conocedor de la historia cuando veamos algo que nos suena, o no. No es obligatorio ir de la mano, para los que les guste ir a su aire hay que darles carta blanca… aunque para mí gusto siempre es mejor compartir el recorrido con cierta flexibilidad. Otra, la segunda opción, es prepararse un poco la visita. Ponerle fecha, no tiene por qué ser un domingo, y dedicarse a investigar algo el tema antes de llegar al día de la visita. Primero porque nos permitirá entender mejor lo que vamos a ver y valorar los pequeños tesoros que nos vamos a encontrar, fruto de un trabajo de investigación y recuperación enorme. Además, abrirá la oportunidad de reconocer ciertas secciones de la muestra y compartir con nuestro acompañante algún dato curioso que hayamos leído. Si encima lo aderezamos con un poco de historia, el relato puede parecer apasionante a quien nos escucha, y es un verdadero placer ver cómo los ojillos negros de un niño brillan ávidos por aprender de nosotros.
Después de la visita es de obligado cumplimiento ir a tomar un café o un chocolate caliente. Aunque estemos en la milla de oro, ¡vaya!, esta no la había pensado, podemos encontrar un par de rincones para dar reposo a unos pies cansados… y volver a nuestra realidad, pagando con tarjeta o con el móvil en tiempos del Covid.
No es mi intención adelantar la visita, ni resumirla, sería como hacer una sinopsis extendida que ni yo mismo leería. Pero después de algo más de 400 palabras hay que decir algo…lo contrario sería un discurso político. Volvamos al punto de inicio, ¿merece la pena ir? No se si adelantar la respuesta con otra pregunta. Piensa en un cuadro, cualquiera, seguro que lo has visto en los libros de texto, en postales, posters e incluso en alguna película. Probablemente lo hayas visto más de 500 veces, pero hasta que no lo tienes en frente tuyo no serás consciente de que realmente no lo habías visto nunca… y es como encontrarse con un unicornio, exactamente igual que cuando se deslumbra a un venado, no podrás apartar la mirada. Es la misma atracción que reflejan los prehomínidos ante el monolito de 2001: Odisea en el espacio, el escrutinio que se hace es milimétrico.
Qué es el dinero sería la pregunta que deberíamos hacer al iniciar el recorrido. Y hago aquí un breve apunte, es mejor empezar el recorrido completo en la planta baja, la evolución del hombre a través del patrimonio arqueológico. Iremos rápido en unas zonas y en otras nos detendremos, como cuando descubramos que la Dama de Elche está aquí, a apenas 200 metros de la plaza de Colón. Pero hacerlo así nos permitirá entender cómo nace la necesidad de incorporar una moneda de cambio. No solo porque podemos ver en apenas unos pocas vitrinas la evolución técnica y tecnológica del ser humano, y con ella el surgimiento del comercio entre las distintas comunidades que han abandonado un mundo nómada al conquistar nuevas técnicas que le han permitido transformar su entorno. Hay un sinfín de invenciones astutas que evidencian una creatividad constante.
Poco a poco vemos como aparecen los abalorios, el juego de adornos que poco a poco se sofistican, las herramientas, las armas y entonces… las primeras monedas tal y cómo las entendemos. Antes hay otras herramientas de cambio, pero la moneda es la clave que permitirá recaudar impuestos, calibrar el valor de los intercambios, medir el valor y el poder, y con ello acuñar en la historia nuestra propia importancia. Esa misma creatividad para adaptar el entorno se transforma en una capacidad para moldear sociedades. Leyes y mapas dan fe de cada conquista.
Podemos verlo desde la mera curiosidad, acceder a un testimonio cultural de nuestro legado, y añadir con este viaje un matiz mucho más interesante del que tiene nuestro uso cotidiano del dinero. Pero también para entender que el valor del dinero va más allá del mero pago de bienes y servicios. Su relevancia para transformar el mundo se ha incrementado con el tiempo. Con él se financian inversiones, para descubrir el Nuevo Mundo, pagar a los Tercios españoles con los que escribir la historia, o invertir en una start up. Millones de oro y plata yacen en pecios por todo el mundo, y más esclavos han trabajado en minas para extraer el metal del que se hacen las monedas del que podamos imaginar.
Ahora mismo se está librando una batalla por inclinar la balanza de poder. Cada potencia utiliza sus estrategias y armas. Si pensamos en los motivos por los que se inicia una batalla comercial de escala global, o porqué un país decide cruzar sus fronteras y apoderase de recursos estratégicos, o tensiones diplomáticas para recuperar un territorio que, baldío en apariencia, esconde una materia prima que pronto puede tener mayor valor que el oro. En este principio de siglo no estamos viendo nada que no hayamos leído en los libros de historia.
El dinero es poder. Hasta el siglo XIX la riqueza de un país se determinaba por la cantidad de oro que acaudalaba. Tras la Segunda Guerra Mundial Estados Unidos se hizo con la mayor reserva de oro del mundo, y con ello el poder para establecer un nuevo referente monetario, el dólar. Desde entonces el valor de todas las monedas del mundo se fija respecto al dólar americano, fluctuante en un mundo donde circulan las divisas en milisegundos. Hoy, en pleno siglo XXI hemos visto aparecer las criptomonedas, basadas en pura especulación, aunque países como China prevén lanzar su propia moneda digital, con el respaldo gubernamental. Si entendemos cómo se mueven las sociedades gracias al valor del dinero, habrá que ir preparando un espacio en los museos para las nuevas monedas… si es que algún día podemos guardarlas en nuestro bolsillo. Aunque para eso bastará con poner un smartphone.