Emprender está de moda, salir a pasear y descubrir nuevos negocios se ha convertido en algo tan cotidiano como lo fue ver colgado el cartel de “liquidación por cierre” o “se traspasa”, quizás a esto se referían los políticos cuando hablaban de brotes verdes.
Los índices de emprendimiento en España revelan que el 5,21% de la población entre los 18-64 años estaba involucrada en 2013 en algún proyecto empresarial nuevo o naciente (índice TEA) según datos del Global Entrepreneurship Monitor (GEM), dato superior a su cota más baja (4,3%) alcanzada en 2010 pero aún lejos del 7% anterior a 2008 reflejan que esta mejoría es, al menos de momento, una tendencia incipiente pero suficiente para ser perceptible en la calle.
Crear una empresa con aspiraciones a convertirse en un gran proyecto, innovar y generar puestos de trabajo no es una tarea que se pueda realizar a la ligera, hay que digerir mucha información, medir cada paso antes incluso de enviar la orden al cerebro, en definitiva, hay que asegurar que el proyecto sea viable y seguro, no solo posible, pero además hay que estar preparado y sobretodo, tener claras las ideas, o como el periodista especializado en emprendimiento Juanma Romero dice: “que cuando tú te tiras a la piscina sepas que hay agua, y sepas nadar, y que haya suficiente agua, porque si hay dos centímetros de agua y te tiras, te vas a pegar un planchazo”.
Según el estudio realizado por la Escuela de Negocios de Andalucía[1] (EOI), entre los quince errores más frecuentes destacan: no haber realizado un estudio de viabilidad serio (87,5%), falta de planificación financiera (68,8%), empezar la casa por el tejado (alquiler de oficina, diseño de logotipos…) antes de concretar el proyecto ( 68,8%), ausencia de plan estratégico (62,5%), falta de una concepción global de la empresa (53,1%) o de un cronograma de actividades (46,9%). El 71,9% cree que su producto o servicio es tan bueno que se vende solo o que tener una buena idea lo es todo (62,5%) y por supuesto la falta de formación en dirección empresarial (62,5%), inexperiencia profesional (46,9%).
De estos datos se desprende que la gran mayoría de los emprendedores ha fracasado por no haber planificado con detalle todos las aspectos de su proyecto, algo que coincide en que la mayoría no tenga una formación adecuada y por último, el exceso de confianza sobre las posibilidades de éxito de su idea. Todos ellos están intrínsecamente muy relacionados, pero abundan otros errores como: retrasos en los cobros y pagos (25%), falta de orientación al cliente (53,1%), desprecio de las herramientas de marketing y publicidad (15,6%), no formaliza contratos (28,1%), no descansa (28,1%) o desprecia los pedidos pequeños o a los clientes modestos (12,5%).
Sin duda los motivos por los que un gran proyecto empresarial puede morir antes de lograr el éxito, no superar el valle de la muerte, son muchos y cualquiera puede tropezar por alguno de los más comunes, o varios de ellos. Hay que estar atentos a cada faceta, cuidar a nuestra criatura hasta que camine sola, mantener una actitud abierta a la crítica, formarse constantemente sin creer que se domina algún aspecto para poder innovar o simplemente recordar aspectos que se dan por sentado.
Hay muchas escuelas de negocios, centros de ayuda al emprendedor… a las que acudir para prepararse antes de lanzarse a la piscina, centros donde poner el proyecto a juicio de expertos que podrán ofrecer recomendaciones y pautas para asegurar el éxito, sea el proyecto que sea, hasta el más humilde. No es lo mismo equivocarse de plan al contratar el ADSL que cerrar un negocio con una deuda pendiente de pagar.
Chris Poole anunció hace ya un año que su startup, Canvas Networks, “simplemente falló”. A pesar de haber desarrollado varias aplicaciones con más de 400.000 usuarios mensuales, no consiguió hacerla rentable. Su explicación es que no pudo hacer frente a su constante necesidad de liquidez a pesar de contar con el apoyo financiero necesario y la confianza de sus inversores, pero cuyo compromiso no quiso traicionar sometiéndolos a una lenta agonía. Su sinceridad y la oportunidad que ofrece para aprender de sus errores son lecciones vitales, más incluso que las de los típicos casos de éxito, pero que son parte del proceso de maduración de un emprendedor cuyo espíritu de lucha y persistencia le llevarán algún día a lograr el éxito.
[1] ¿Porqué fracasan algunos emprendedores?:los quince errores más frecuentes, 2007
Renglones Rotos 